sábado, 28 de agosto de 2010

regalos

Hay veces que me siento absolutamente tapada por problemas, acosada y agobiada por el mundo, el "sistema",el trabajo, la vida.
Hoy me senti reconciliada con el mismisimo universo.
Para que brote la envidia, paso a relatar: apenas la oscuridad dejo paso a la claridad lechosa del amanecer, el árbol del frente se pobló con el canto de dos zorzales que competian en tono y melodia de trinos, obviamente que ello fue considerado como una afrenta por la pareja de "pitogüés" (benteveos) que anidan en los árboles del fondo. La música se sentía como una especie de "Retreta del Desierto". Para no ser menos, los horneros del poste, tambien se largaron a competir, logrando asi despabilarme totalmente. Nada tiene que ver este despertar con el despertar del celular. . .
Despacio, con todo el tiempo del mundo y sin interferencias de hijo o compañero, me dí una de esas duchas no solo de cuerpo sino de mente. En bata y descalza, botón de cafetera y agua para el mate. Abrir la puerta del fondo para que los gatos me den algo de cariño en las piernas a cambio del alimento balanceado y un platito de yogur casero para mejorar la dieta.
Salir al jardín y manguera en mano proceder al baño de hojas y flores mientras el agua va lavando los últimos vestigios de modorra, y sacando las telarañas del sueño, limpiando sucesos relevantes y no mucho , cosa de no comenzar el dia con una agenda abigarrada.
Pensando el dia y muy abstraida veo una luz verde que baila por arriba y por debajo del chorro-spray del agua, es un pequeñisimo picaflor (colibri) verde muy brillante y con un pico finito, de color rojo coral.
Ante mis ojos despliega un ballet acrobático, conmigo como única espectadora, sube, baja, va hacia delante y hacia atrás con una velocidad increíble y en ese instante siento lástima por toda la gente que duerme. Toda la gente que no lo vé. Que no tiene la posibilidad de empezar su día viendo a un colibrí cabalgar un rayo de sol mientras bebe y se baña con el agua de mi manguera. Casi parece un milagro. . .

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