sábado, 28 de agosto de 2010

de hijos y padres. . . .

Soy una eterna convencida que nunca se deben romper las relaciones con nuestros padres, por mas difíciles que se vayan volviendo por cuestiones propias e inherentes de la edad; ello no quita que hay veces en me comería media docenas de bulones de puente de odio, pero me queda siempre la inquietud de saber si las diferencias se deben a la edad o es por un problema generacional.
Tampoco es mi deseo repetir las mismas cuestiones con Jeremias.
Tengo la impresión y en mi caso en particular, que a mis padres les hubiera gustado que fuera otra cosa, profesionalmente hablando, digo. Y también que hubiera llevado mi vida de otro modo. Mamá por ejemplo quería que fuera profesora de inglés porque ella no había podido ser. Y tampoco imagino que le gusta que me divorcié, ya que percibo su tono de censura cuando hablo de rehacer mi vida.
Es tan difícil ser padre y no ser escultor? Me refiero con lo de escultor al hecho de que veo en los padres contemporáneos a los míos, el deseo, para nada oculto, de hacer que sus hijos se conviertan exactamento en lo que ellos desean. No sólo el hecho conocido por todos, de los padres que pretenden que los hijos continúen por ejemplo, con la profesión que es la impronta de la familia. Así tenemos padres, hijos y nietos contadores, medicos u otro.
Alguien le preguntó al hijo si no quería ser otra cosa?
No hablo de que todos y cada uno de nosotros no pretendamos que el retoño sea un hombre/mujer de bien.
Hoy me toca estar con la familia partida en dos porque a mi hermana le han hecho una oferta para un cargo dentro del gobierno por parte de un partido que representa políticamente a la oposición del partido radical. Mi madre le ha dicho, que si lo acepta, que en la campaña no use el apellido paterno a fin de no cubrir a mi padre de oprobio. Y le ha retirado la palabra. Trayendo a la discusión cuestiones como ambición desmedida, falta de escrúpulos y otras.
No voy a juzgar a nadie porque no me corresponde. Lo que sí me preocupa es lo que veo en mis padres con respecto a la falta de respeto hacia la ideología del hijo, la falta de libertad, la poca confianza en las decisiones que tiene que tomar un hijo en esta vida.
Y Olga no tiene 14 años. Es una mujer de cuarenta años bien cumplidos, profesional, trabajadora y con una buena familia.

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